El primer libro de poesías que conozco de Juan Luis se llama “nueve versos, otros y otros más”, publicado por Theoría, en Buenos Aires, en el año 1960.
Los nueve versos son: “A Mariquita en sus veinte años”, “Sandías”, “Cuando te quedas mirando el fuego”, “Al cerrarse la noche”, “Galope”, “Tenías los ojos llenos de luna”, “Plaza”, y “De tu amor y mi amor”; tienen una viñeta de la “Cruz del Sur” y son los versos de un joven enamorado, como lo muestra en el final del primero, dedicado a su primer amor: “Dios quiso que fueras mi novia. Doy gracias a Dios”.
Luego vienen “otros” y la viñeta es una carabela. Aquí aparecen “Despedida a mi hermana Cati”, “A Santa Rita”, “Penal II”, “Manifestación” y “Estroncio 90”. El tercero es la velada de un estudiante universitario, un poco aburrido con el libro que tiene frente a sus ojos, que lo induce a extrañas teorías: “Página trescientos. Prendo un cigarrillo. -Maldito Lombroso ¡Qué macaneador!”. El cuarto es una protesta contra las consecuencias de los ensayos nucleares, que producen el “Estroncio 90”, al que acaba mandando a la mierda.
La última parte “y otros más” tiene como viñeta a un cruzado y los siguientes poemas: “Reconquista”, “Bajo un siglo ciego” y “a Agustín, Conde de Foxá”.
“Reconquista” es un recuerdo de las Invasiones Inglesas” y a la imprevista llegada del hereje inglés y nos dice:
“La ciudad morena , de adobe y ladrillo,
se tiñó de sangre que chorreó en el río…
Floreció en guapeza la raigambre hispana,
y el ramaje criollo bajo sus campanas.
Y nuestra Señora del Santo Rosario
guardó a Buenos Aires bajo de su manto.
No pudo violarla la rubia herejía
del filibustero con voz de neblina”
La poesía “Bajo un siglo ciego” está dedicada a su padre, es una protesta contra el tiempo en el cual nos toca vivir y lo afirma:
“Bajo un siglo ciego, sin rumbo y sin freno,
que astilló su firme Rosa de los Vientos
en la que una estrella, florecida en Cruz
trazaba el cuadrante del Norte y del Sur…
La Cruz en el centro de los paralelos
que, entre nebulosas quebraba el misterio.
Cuando se fundían Geografía y Verdad
en una palabra que era Cristiandad”
Hoy, incluso se habla de “No-cosas”, libro muy interesante del pensador coreano-germano Byung-Chul Han, que tiene un sugestivo subtítulo: “Quieres del mundo de hoy”, Taurus, 2021, pero Juan Luis, poco afecto a las disquisiciones filosóficas tiene dos libros que apuntan en forma directa al tema: “Las cosas” (Buenas, malas, grandes y pequeñas) y “Más cosas” (Baeza, Buenos Aires, 1978 y 1980, respectivamente).
En el primero, Juan Luis anticipa que el libro contiene “preferencias y antipatías muy personales”. Coincido con casi todas, así cuando dice:
“¡Me gustan las fogatas, me gusta su fragancia
que en otoño llenaba los parques de mi infancia!
Me gusta el horizonte, ese límpido trazo
que suelda cielo y suelo, limitando el ocaso.
Y me gusta el ocaso, ma gusta aquel crisol
donde arden los metales agónicos del sol.
Me gustan las campanas de modestas capillas.
Me gustan los cencerros que rigen las tropillas.
Me gustan las almendras, la nuez y la avellana
y me gustan los curas vestidos con sotana.
Me gustan mis amigos, mi patria, mi mujer,
mis hijos, mi apellido, mi Dios y mi deber”.
Pero, después vienen las cosas malas, que ambos detestamos:
“Detesto los mosquitos; la tos, los formularios,
siempre tan indiscretos, siempre tan ordinarios.
Detesto los horóscopos, los signos del Zodíaco,
detesto los avisos de corte afrodisíaco.
Detesto las iglesias que parecen galpones
detesto los discursos que parecen sermones
y detesto el reemplazo de la palabra tan vieja
como es concubinato, por vivir en pareja.
Después vienen las cosas grandes que juntos celebramos:
En medio de este mundo que teme y que bosteza
quisiera con mis versos celebrar la grandeza.
Celebro la certera pedrada de David
y celebro a Virgilio cultivando su vid.
Celebro de Ricardo su corazón de León,
y todo un mundo nuevo celebro con Colón.
Celebro la sentencia sagaz de Salomón;
el genio de Aristóteles y el genio de Platón.
Celebro a quien conoce la humana condición
y procura no obstante lograr la perfección.
Después, viene la celebración de las cosas pequeñas, sencillas, hogareñas y lo canta:
“Quisiera que este verso fuera un canto de gesta
que exalte las hazañas de la gente modesta.
Celebro ese gobierno que ejercen las mujeres
y que los formularios definen sus quehaceres.
Celebro con nostalgia los frugales reseros,
Jinetes de la aurora que cruzan Mataderos.
Y celebro al tambero que entre el barro y la bruma
reitera su milagro de blancura y de espuma.
Celebro la costumbre de decir la verdad.
Celebro la constancia, celebro la amistad.
Celebro al hombre humilde que construye un país
del árbol florecido celebro la raíz”.
Lo último me fue muy útil, cuando en los tiempos del nefasto Menem, me invitó la empresa Total Austral a disertar sobre Saint-Exupéry, en el viejo penal de Tierra del Fuego y allí dediqué la antítesis al siniestro riojano:
Detesto al hombre soberbio que destruye un país,
de corruptos y malandras, detesto la raíz.
La guerra de Las Malvinas impactó con fuerza en Juan Luis y escribió hasta “El elogio de un corte de manga”, lo cual fue muy celelebrado y el general Balza le regaló su diario malvinero. Como si fuera poco, todo lo que se conoce de este repugnante personaje, un día se lo pidió para hacerle una fotocopia y no volvió más.
La poesía citada no puede faltar aquí; y en sus partes más salientes, elogia la actidud del soldado argentino:
“Te ví en una película llegada de Inglaterra,
con la versión británica respecto a nuestra guerra…
Bajo el cielo plomizo, bajo custodia armada,
avanza una columna para ser embarcada.
Marchan nuestros soldados arrastrando su botas
envueltos en sus mantas, masticando derrotas.
Y marchabas con ellos, en el extremo izquierdo
en una fila marchabas, según lo recuerdo…
Caminabas con largas zancadas insolentes
las cámaras siguieron los pasos con sus lentes.
Sin embargo, de prontp después de habr pasado
delante de las cámaras, feroz y ensimismado
desandaste lo andado y altivo, compadrón,
te plantaste delante dd la televisión.
Tus bigotes de lacre y la sombra de casco
dibujaba un visaje de humor, de bronca de asco.
Entonces lentamente cincelaste en un gesto
la actitud inequívoca de quien conserva resto.
Fue el tuyo un corte de manga clásico,
planetario, domésico, académico y básico…
Te agradezco soldado, tu arrebato atrevido,
aunque ignore tu nombre e ignore tu apellido…
Y tu corte de manga señalará el camino
que nos lleve otra vez a Puerto Argentino”.
En 1981, estuvimos con Juan Luis y otros amigos, como Alberto Caturelli y José Luis Rinaldi, en el Congreso acerca de la Doctrina Social de la Iglesia y la Realidad Contemporánea, en el cual fui designado vicepresidente y que se desarrolló los días 6, 7 y 8 de octubre.
Después de tantos años, recuerdo la intempestiva intervención del ministro de la Corte Suprema, el irresponsble Pedro Frías, acerca de un tema fuera del programa; la furiosa reacción de muchos participantes, los nervios del presidente Héctor Córvalán Lima, al borde de su tercer infarto y la huida de Frías; asumí la presidencia, lo tranquilicé a Corvalán, le pedí que acompañara al fugitivo, y abrí el debate acerca del tema dando la palabra a todos quienes la pidieron, entre ellos el rosarino Mario Strubbia quien me regaló su libro “Doctrina social de la Iglesia” con una dedicatoria que dice: “para el Dr. Bernardino Montejano, fiel testigo del Evangelio en el campo del Derecho y la Cultura, con invariable afecto”.
Tal vez por esto, fui designado profesor “honoris causa” y Juan Luis me dedicó una poesía que en parte dice:
“A este claustro mendocino
llega un nuevo profersor:
un escribano y doctor
apelado Bernsrdino.
Flamante maestro cuyano
-catedrático del vino-
el profesor Bernardino
se apellida Montejano.
Son Montejano y Linares
sus apellidos completos
pero, simples y concretos,
Bocha lo llaman sus pares.
Admirable compañero,
sacrificado y audaz,
si bien un tanto mordaz
(buena lengua pa’ un puchero).
Escribe claro y bolito,
con elegancia y hondura,
pero su única lectura,
yo creo que fue El Principito”
En el mismo año, en la revista Mikael, del Seminario de Paraná, publicó Juan Luis unas poesías que muestran su fervor mariano, relativas al Rosario, englobadas bajo el título: “Los misterios del Gozo, el Dolor y la Gloria”. De cada uno, elegiremos uno para comentrlo: el nacimiento de Jesús, la crucifixión y la resurrección, repectivamentre.
El nacimiento de Jesús es la gran alegría, anunciada a los pastores por las milicias celestiales, en una oscuridad en la cual “hizo derroche el azul del firmamento” cuando:
“Ya llegó a madurar el tiempo de la espera.
Ya hay silencio en los cielos, la tierra calla entera.
La tierra calla entera, no hay metal que retiña:
la niña va a ser madre sin dejar de ser niña.
Sin dejar de ser niña la niña ha dado a luz
para darle sentido al signo de la Cruz”.
La vida de Cristo acaba en la Cruz, derrota aparente del Hijo del hombre, quien en ese momento trágico, no deja de hacer proselitismo al prometerle el Reino al buen ladrón arrepentido, porque Jesús, no es el papa Francisco, que odia ese nombre. Porque hace prosélitos hasta en la Cruz, desde donde, como escribe Juan Luis, “levanta y atrae”:
“La cruz han levantado de manera que así
Jesús levante al mundo y lo atraiga hacia sí.
Y lo atraiga hacia sí, igual que al corazón
del ladron convertido, de aquél feliz ladrón”.
¡Dios ha muerto! Nosotros lo hemos matado, exclama en los tiempos modernos un filósofo extraviado, que inventa al superhombre como sustituto. También Cristo murió en un cadalso, el anuncio que hizo en vida a sus asustados discípulos se cumplió y así lo muestra Juan Luis en su poema:
“Murió de mala muerte, murió muerte de esclavos,
Dios murió en un patíbulo, taladrado con clavos.
después de atravesar su corazón ya muerto;
después que las tinieblas todo el mundo han cubierto.
Han cubierto el cadáver de Dios con un sudario
y han corrido la piedra que clausura el osario.
Hasta el tercero día, cuando pudieron ver
a Cristo levantándose como un amanecer.
Como un amanecer radiante de mil soles:
como un deslumbramiento de infinitos crisoles”.
En 1985, escribió unos sonetos con el título: “SER ARGENTINO, AMIGOS...”, que me los regaló, con una dedicatoria:
“Para Bocha, remitiéndolo al segundo de estos sonetos, por razones obvias”. Y va el primero:
“Ser argentino, amigos, es amarga dulzura:
una triste alegría, novedosa y antigua.
Es orgullo modesto, rutinaria aventura;
un discreto arrebato y una certeza ambigua”.
Y el segundo, que transcribo íntegro por las razones de la dedicatoria:
“Ser argentino, amigos, implica una armonía
secreta que se entabla con la gente y las cosas.
Con la gente y las cosas de acá. Y es compañía
que arraiga en entrañables razones misteriosas.
Ser argentino, amigos, anuda dolorosas
coyundas y comporta un lazo de alegría
que me une a cierta rosa, distinta de otras rosas
por saber con certeza, que esa rosa es la mía.
¿No es verdad, Principito? Sin embargo, sería
inexacto fundar el nexo en cuidadosas
opciones racionales o en mera simpatía.
Son ataduras leves y a la vez poderosas,
En virtud de las cuales nuestra rosa sería
la más bella entre todas las rosas más hermosas”
En 1989 celebramos en mi casa la caída del siniestro Alfonsín y nos regaló unos vidalita necrológica inédita, que tengo a la vista:
“Se murió el gordito, vidalitá,
se murió sin grupo,
se murió tragando, vidalitá
votos del frejupo…
Se calló el gordito, vidalitá,
por siempre jamás,
y los argentinos, vidalitá,
juran NUNCA MÁS…
Que MADRES y ABUELAS, vidalitá,
su mortaja borden
para que repitan, vidalitá,
la tumba está en orden…
No tendrán los niños, vidalitá,
otra bacanal,
pues no habrá clases, vidalitá,
de instrucción sexual…
Ya se fue la triste, vidalitá,
murga radical
adiós hasta nunca, vidalitá,
FUNDACIÓN PLURAL.
Se murió el gordito, vidalitá,
de una pataleta,
boletas adversas, vidalitá,
lo hicieron boleta.
Y allá en las alturas, vidalitá,
habrá un Tribunal,
que aplique en su causa, vidalitá,
El PUNTO FINAL”.
La vidalita tiene una especial dedicatoria: Para Bocha, en ocasión del funeral del Alfonsinismo, celebrado en su casa, hoy, 20/5/89. Juan Luis.
En el año 2004 escribió “CANTO A LA VIDA” que comienza con su gratitud a Dios:
“Para cantar la vida pienso que es lo mejor
empezar por cantar a su divino autor…
Al Dios omnipotente, creador insoslayable,
de todo lo que existe, conocido o probable…
Y es hora que lo diga, le canto especialmente
a la vida encarnada en el hombre y la gente.
Al misterio entrañable de la fecundidad,
que parte desde el tiempo hacia la eternidad.
Pues la vida, iniciada cuando la concepción,
prosigue en otra vida de gloria o perdición”.
Luego de este prólogo jugoso , canta a la humana existencia:
“Cantemos al esfuerzo, cantemos al amor,
cantemos al perdido sentido del humor.
A las buenas maneras, cuyo suave ejercicio
transforma nuestro entorno en ámbito propicio,
Al debido respeto que nerece la edad
y a la sana costubre de decir la verdad.
Le canto al gobernante que manda con aciero
le canto al timonel que conduce a buen puerto.
Le canto al magistrado que juzga rectamente
y a los sanos prejuicios de la gente decente”.
Juan Luis publicó muchas poesías y hasta algúna nota en Gladius. Entre ellas elijo una titulada: “Criatura que no vendrás”, publicada en el n°79 del año 2010, donde manifiesta su repudio a un proyecto asesino, que finalmente se aprobó consagrando el “derecho” de ciertas “madres”a asesinar a sus hijos inocentes e indefensos.
Ella, empieza así:
“Criatura que no vendrás a nuestro suelo argentino,
si el Parlamento aprobara cierto proyecto asesino.
Criatura que no entrarás en la fiesta de la vida
si dieran fuerza de ley a una reforma homicida…
Como trágica expresión de un mundo que se derrumba
el vientre de una mujer se tranformaría en su tumba…
Te quieren arrebatar la esperanza de vivir,
roguemos que no consigan su propósito cumplir”.
De 1960 a 2010, medio siglo de poesía y de amistad con Juan Luis Gallardo, prologuista de mi libro “Familia y Nación Histórica”, (Cruzamante, Buenos Aires, 1986) en el cual, además escribió los dos apédices:”De Enrique VIII a Adán Pedrini” y “Del Diario de Sesiones”.
En el año 2011 publicó el libro “De memoria no más” con un subtítulo que es lo retrata: “Recuerdos políticamente incorrectos”, editado por la Universidad Católica de La Plata.
Allí aparecen varias poesías, de las cuales selecciono parte de una titulada “¿Patriotismo abstracto?, en la cual se pregunta si su patriotismo no habrá devenido abstracto, al encontrarse en nuestro tiempo, con una patria muy distinta a la que había amado.
“Una Patria generosa y buena,
pero que supo, a la vez,
salvaguardar su interés
ante la codicia ajena.
Que cuidó su dignidad
sin pedir permiso a nadie
que rindió culto al coraje
al recato y la amistad”.
Esta Patria amada fue real, no una entelequia vana.
Sin embargo es muy distinta a otra, la actual, porque,
“Hoy se tiene por error
hablar de soberanía,
se alaba la cobardía
y no se aprecia el honor.
Ser valiente es ser machista,
ser honesto un desperdicio,
la dignidad es un prejuicio
Y habilidad la mentira.
La verdad es relativa,
y además no tiene dueño,
es la coima un estipendio
para agilizar medidas…
La tradición, equipaje
que es necesario arrojar
por la borda para andar
hacia un futuro brillante…
Mi Patria me la han cambiado,
mi país ya no es el mismo.
Entonces mi patriotismo
¿No habrá devenido abstracto?”
Magnífica descripción poética de la actualidad penosa que padecemos los argentinos de bien.
Toda una vida de poesía y de amistad. Agradezco a Dios que puso a Juan Luis en mi camino.
Estancia San Joaquín, San Serapio de Azul, noviembre 12 de 2024.